Recuerdo
esas noches donde un ¡ampay me salvo con todos mis compañeros! Representaba el
mayor gesto de solidaridad que podrías demostrarle a un amigo. Donde un “chepi
bola” paralizaba el tiempo por si algo no se entendía. Esas tardes donde todo
iniciaba con visitas inesperadas y una pregunta clave: ¿fulanito va a salir a
jugar?
Ese
mundo de alegría y descontrol que pintaban las calles, no solo de mi barrio
sino de todos los barrios de Lima, parece que ya son difíciles de ver. Si bien,
la tecnología ayuda a que nuestras vidas mejoren, también es la causante de que
muchos niños en la actualidad no sepan lo que es divertirse sin la necesidad de
algún aparato electrónico.
Juegos
como las chapadas, las escondidas, siete pecados, kiwi, bata, mata gente, San
Miguel, trompos, canicas; son juegos que ya han sido reemplazados por juegos
como Pokemon Go, Minecraft, entre otros. Sin embargo, recordaremos esos juegos
antiguos que nos regalaron tantas horas de diversión en la calle y no frente a
un dispositivo móvil.
Las
chapadas. En este tradicional juego tenías que combinar la velocidad con tu
capacidad de evasión. Por lo general se jugaba hombres contra mujeres, en esta
competencia no solo se jugaba por pura diversión, se ponía en juego el título
de ser el género dominador. En el colegio o en el barrio todo lugar era bueno
para desatar esta legendaria competencia.
Siete
pecados. Que el nombre no te engañe, no tiene nada que ver con algún juego
religioso o algo parecido. La dinámica consistía en enumerar a todos los
participantes, luego uno debía lanzar una pelota al aire y gritar otro número, ese
mismo debía correr y atrapar la pelota antes de que cayera al suelo (mientras
los demás corren a cualquier sitio). Si el número mencionado no lograba atrapar
la pelota debía recogerla y gritar ¡stop! Ahí mismo, debía dar tres pasos y
lanzar la pelota a otro competidor. En el caso de que sí atrape la pelota
simplemente debía gritar otro número y volver a lanzar la pelota al aire. El
nombre del juego se debía a que si te daban con la pelota siete veces quedabas
eliminado.
Kiwi.
Se podía jugar con latas o con chapas. Era simple, formar dos equipos y derrumbar
las latas o chapas con una pelota. Mientras un equipo debía colocar las latas o
chapas en unos cuadros dibujados en el piso, el otro tenía que matar al equipo
rival.
Bata.
Al mismo estilo que el béisbol, pero en vez de usar un bate, se usaba el pie.
Aún recuerdo cuantos jardines y ventanas terminaron destruyéndose por este
juego. En fin, todo sea por una diversión sana.
San
Miguel. Juego de fuerza, donde uno del grupo hacía el rol del ladrón y otro de
San Miguel; todos los demás debían sentarse juntos (entrelazados de brazos). El grupo debía evitar que el ladrón se lleve a
otros miembros gritando San Miguel para que éste llegue y lo detenga. Aquellos
que eran capturados se volvían ladrones y seguían con el mismo mecanismo. El
juego acababa cuando todos eran capturados.
Si
de huaracas y trompos hablamos nos demoraríamos un montón en mencionar todos
los juegos que hay. Así que sólo mencionaré el más popular. “La cocinita”
consistía en dibujar dos cuadrados en la tierra y de trasladar un trompo de un
cuadro a otro. Si durante el juego algún participante no lograba darle al
trompo sentenciado cambiaban de lugar. El trompo que caía en el cuadro final
era castigado.
Pero,
nada se compara al juego ideal de la noche. Las escondidas es quizá el juego
más recordado por todos. Donde uno contaba hasta una cantidad determinada
mientras todos se escondían. Aquí, se ponía en juicio tu buena visibilidad,
porque si no la tenías podías caer en una “plancha quemada” (confundir a una
persona con otra y como castigo volver a contar). Además, aprendimos a tomar
decisiones difíciles como era el salvarnos solos o a todos nuestros compañeros.
Todo esto resume, quizá, una importante parte de nuestra vida que muchos
la hemos denominado “infancia”, que producía alegrías, molestias y alguna que
otra pelea. Pero en fin, eran cosas de niños.
0 comentarios:
Publicar un comentario