Vivir
la vida un cuarto de milla a la vez. Donde nada más importa, ni las cuentas del
banco, ni los seguros vehiculares, ni la familia o amigos. Solo por esos breves
diez segundos soy libre. Esta frase resume el estilo de vida de Dóminic Toreto.
Estilo que muchos jóvenes hoy en día tratan de imitar, sin pensar en las
consecuencias que puedan generar.
La
velocidad extrema, los autos lujosos, mujeres por doquier y la música a todo
volumen; juntos representan el ambiente salvaje de la saga de películas de
“Rápidos y Furiosos”. Un ambiente que atrapó a toda la juventud limeña y que
genera el descontrol en las principales calles de la capital.
Los
piques ilegales son el boom que sacuden a Lima todas las madrugadas en lugares
como las afueras del Estadio Monumental en Ate Vitarte, La Molina, la cuadra 11
de Canta Callao, la Javier Prado, la av. Aviación, San Juan de Lurigancho y
muchos más. Donde se han registrado centenares de accidentes vehiculares por el
uso de excesiva velocidad.
Aun
así, centenares de jóvenes siguen acudiendo a estos eventos donde no solo
predominan las grandes apuestas, sino también el alcohol y las drogas.
Hace
un par de años un medio de comunicación sacó a la luz este oscuro mundo
organizado por los líderes de cada grupo de corredores. Pero, claro está, no
era nada parecido a la ficción. En este mundo no predomina precisamente el amor
a los motores, sino el amor a la plata fácil, al alcohol, las drogas y
prostitutas, que precisamente son los premios que recibes tras salir vencedor.
Además,
la versión peruana de los “piques ilegales” no son únicamente de automóviles,
también están incluidas las motos lineales, combis e incluso mototaxis. Nada
comparado a los autos como el Mistsubishi Eclipse, Toyota Supra, Chevrolet
Camaro, Nissan Silvia S14, Ford Mustang Shelby, Ford GT 40, Ferrari FXX o el
clásico Dodge Charger 1070 (auto clásico del protagonista de la saga).
Pero,
quizá lo peor de todo, sea que la policía no pueda contener estos eventos que en
su gran mayoría terminan en desgracias. Lo ideal sería regularizarlos. Cómo es
el caso de las carreras de “piques legales” que se realizan en la Chutana.
Donde la adrenalina y velocidad van de la mano de la seguridad en circuitos
amplios y especiales.
Cabe
recordar que las carreras de piques legales ya llevan un buen tiempo
festejándose sin problema alguno, incluso con espectadores y todo lo que
envuelve a un espectáculo deportivo. Puesto que queda claro que “el amor que
uno pueda sentir por la velocidad” no necesariamente tiene que acabar en
desgracia.
Esperemos
que la situación cambie en las calles limeñas, porque a veces no basta con que
los autos tengan seguros de asistencia médica, las mejores piezas, o que los
pilotos gocen de una técnica espectacular a la hora de tomar el volante. Como
dice el viejo refrán: En esta vida todo tiene solución menos la muerte.
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