En
estos últimos años, en pleno desarrollo de mi juventud, siempre esperé por
aquella película de terror que me vuelva la piel de gallina y que logre sacarme
por lo menos un minúsculo susto. Sin embargo, hasta ahora no ha llegado ese
día. Si bien hoy la tecnología en el mundo del cine es de otro mundo, el género
de terror no ha sido el más beneficiado con ella.
Una
buena película de terror no solo se basa en asombrosos efectos especiales., o que
tan sexy es la típica “damisela en problemas”. El éxito de una buena película
de terror es la historia (que obviamente debe ir de la mano con lo crédulo) y
por supuesto un buen personaje que, con solo oír su voz, su risa o su música
característica te haga entre cubrir tu cara con las manos.
Desde
pequeño aprendí que cuando se llegaban a escuchar canciones como ¡Uno, dos…
Freddy viene por ti…! O este tipo de frases ¡Ade due Damballa, dame el poder te
lo suplico! Había que estar preparados porque la cosa se iba a poner fea. Sí,
en esta etapa de mi vida fui marcado por la gran calidad de asesinos en serie
que existían en las películas de horror.
Mi
favorito, aquel personaje de cara quemada, suéter rojo con rayas negras, con un
guante de cuatro cuchillas en la mano derecha, que con una tétrica canción
anunciaba su llegada.
El gran Freddy Krueger fue el culpable de indeterminadas
noches de insomnio, porque al más mínimo pestañeo podía haber sido el último.
Freddy gustaba mucho de los viajes a través de los sueños de sus víctimas. Su
estilo a la hora de matar quizás era lo que más me llamaba la atención. Lento,
pero cruel, como todos los asesinos de la vieja escuela (sé que ha este punto
puedo parecer muy sádico).
El
siguiente personaje, gran admirador de la familia Damballa, es un caso muy
particular debido a que no generó en mi un terror abominable. Pero sí generaba
pequeños sobresaltos (en sus primeras dos películas) a la hora de aparecer de
la nada y atacar a sus víctimas. Puesto que a la hora de hablar de asesinatos
con cuchillos no puede faltar Charles Lee Ray más conocido como “Chucky”. Su
éxito no solo se basa en una historia bien realizada sino también en la
personalidad tan “carismática” del muñeco asesino, que goza de un gran humor
negro y una risa muy particular. Quizá fue perdiendo su esencia con el
transcurso de sus películas, pero como Chucky siempre mencionaba mientras
admiraba su chillo “Un clásico nunca pasa de moda”.
Otro
de los personajes de quien no puedo dejar de escribir es del gran Jason, si el
gigante con máscara de hockey y con un machete enorme, protagonista de las
películas de “Viernes 13”. Al igual que Freddy eran los asesinos más famosos en
esos tiempos. Incluso llegaron a tener un crossover donde lucieron todas sus
tácticas de asesinato.
Dejando
de lado a los asesinos en serie, y eso que faltan mencionar personajes como
Michael Myers (“La noche de Halloween”), Learherface (“La matanza de Texas”),
Ghostface (“Scream”) o incluso el gran Hannibal Lecter (“El silencio de los
corderos”). Existe una película que inició en mí ese gusto por las cintas de
terror. Y me refiero a esa película que
todo amante de las historias de horror debe conocer, que incluso generó una
“maldición” en los actores que participaron en la cinta. Me refiero a la cinta
de “El Exorcista”, después de esta película no existe ninguna otra que me haya
causado tanto terror. Llena de muchas escenas de suspenso y horror junto a una
acertada selección de sonidos y melodías que no hacían más que generar pequeños
escalofríos en todo nuestro cuerpo. Pero, para no salirnos mucho del tema de
personajes destacaremos a la niña poseída Regan (Linda Blair), con quien muchos
hemos tenido más de una pesadilla.
Quizá el género en el cine necesite un cambio total a la hora de crear
nuevas historias, puesto que hemos visto que los famosos “remakes” de grandes
obras antiguas no han llegado a convencer y solo sirvieron para valorar más las
originales
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